lunes, 20 de septiembre de 2010

¿Mi caudillo favorito?

En estos días escuchando a alguien hablar acerca de su “villano favorito” me surgió la pregunta de cuál sería mi “caudillo favorito”. Recordé a los caudillos mexicanos más representativos o, debo decir, a los más sobrevalorados en el discurso de la historia oficial y actualmente mitificados por los medios de comunicación y las redes sociales.
A continuación una lista de los considerados por mí más polémicos y que en algunos casos bien podrían pasar como villanos:
Miguel Hidalgo y Costilla
Agustín de Iturbide
Antonio López de Santa Anna
Porfirio Díaz
Francisco I. Madero
Álvaro Obregón
José Doroteo Arango (Pancho Villa)
Emiliano Zapata
Venustiano Carranza

Es necesario apuntar que la palabra caudillo proviene del latín “capitellum” que significa “cabecilla”, haciendo referencia al líder o dirigente político o ideológico.
Nuestro país se ha caracterizado por la exaltación de estas figuras, pues en su momento fueron los representantes de las esperanzas de un pueblo y hoy, a pesar de lo fallido de muchas de sus acciones, siguen siendo considerados héroes nacionales.
Si bien el caudillo puede equivocarse o fallar el problema se agudiza cuando existen simultáneamente diversos caudillos con intereses divergentes. En este tenor, el historiador Enrique Semo considera el caudillismo un fenómeno negativo para realización de los principios revolucionarios, pues se otorga al caudillo un poder no regulado, esto es, ilimitado.
El caudillismo se convierte en una lucha de poderes desproporcionados, perdiendo los objetivos principales y errando constantemente. En este caos los caudillos pronto se conviertieron en los depositarios del poder desmedido, en administradores de la ley sin leyes, en dictadores de un país colapsado, en usurpadores de puestos políticos, en asesinos sanguinarios y en traidores de los ideales.
Finalmente, debo decir que no tengo villano ni caudillo favorito pero admiro a la gente de “carne y hueso” que cruza y conduce sin miedo por el puente del Bicentenario, así como a aquellos mexicanos que en lo cotidiano de sus vidas parecen distraídos de festividades huecas, alejados de prácticas celebratorias que rayan en un crimen y resistiéndose a vivir a la sombras de los caudillos.

1 comentario:

  1. Coincido contigo mi estimada Rox, creer en la gente de carne y hueso aún está alejado de toda realidad

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