lunes, 4 de octubre de 2010

Con la actuación especial de... Brujas

Después de cinco vueltas dentro del Blockbuster, desesperada tomé al azar la siguiente portada: una ciudad oscura y gótica, dos actorazos en gabardina negra (Brendan Gleeson y Ralph Fiennes) y en primer plano un matón aniñado (Colin Farrell), pistola en una mano y un llamativo cono de nieve en la otra. Y en letra grande y rosa: Escondidos en Brujas. La portada ya me había atrapado.

De modo que daba igual si leía la sinopsis, además suelen ser tan breves y ambiguas que termino imaginando mi versión: Dos asesinos a sueldo, debido a una mala operación, reciben la orden de exiliarse por un tiempo en la ciudad de Brujas, Dir. Martin McDonagh, Dur. 117 min. Excelente, me encantan los churros de acción en viernes por la noche.

Más tarde, al minuto quince de la peli, confundida no sabía si se trataba de un filme publicitario de Brujas o qué, ya que sin acción y sí mucha contemplación, la ciudad se muestra no sólo como escenario y locación, sino como un personaje más. El protagonismo es tal, que llega a ser detonante del ánimo de Ken (un excelente Brendan Gleeson) el asesino viejo y meditabundo y Ray (un poco forzado pero disfrutable Colin Farrell), el asesino joven y nervioso.

Por si fuera poco, los absurdos y exquisitos diálogos de Ken y Ray son alrededor de Brujas, el primero alaba la arquitectura gótica, la cultura, las calles empedradas, y el segundo parodia cada cosa que el primero menciona, con persuasivo sarcasmo y queja que le despierta la neblinosa ciudad. Al minuto 18, debo confesar, ya quería irme de vacaciones a Brujas.

Las primeras tomas son hermosas postales en movimiento de la ciudad. El director y guionista McDonagh en su ópera prima, no le basta con meternos a un museo, sino que además nos coloca frente a una pintura que es explicada por Ken a Ray, con paciencia paternal y el otro lo escucha con la actitud de un adolescente rebelde en un viaje por Europa con sus padres.

A causa de la excesiva publicidad de la ciudad, vino a mi mente Vicky, Cristina, Barcelona, en la que la ciudad es vivida por los personajes de forma catártica. En otras palabras, los personajes cambian de escenario con el fin de cambiar algo dentro de ellos mismos. Y sin embargo, la ciudad se muestra como reflejo de su interior. Para Ken, el viejo asesino, Brujas es un lugar de perdón y reposo, para Ray, es un castigo.

De forma fascinante, Brujas muta con los personajes sin previo aviso, de turística pasa a surrealista, con un filme dentro del filme y un enano racista; luego es romántica, con un asesino enamorado de una hermosa y misteriosa chica; y las calles oscurecen cuando se intensifica la acción y el humor negro con la llegada del jefe de ambos (Ralph Fiennes) a la ciudad para recordarles que los principios de los asesinos deben ser respetados a muerte.

1 comentario:

  1. Estimada tonga:
    debes hacer de lado el lenguaje coloquial, porque le resta seriedad a tu trabajo.

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